Ya podría pensar en otra cosa...
Por que hice todo y no me di más permisos.
Por que un poco de destino no me viene nada mal y me descansan los brazos. Ya no quiero remar.
Momentos, en donde abandonarse a la providencia suele ser lo más acertado y aunque parezca cobardía, no pasa de común resignación.
No me agita el pecho la expectativa, a veces duele y no le doy permisos.
Duermo menos, te sueño menos. No te saboreo. No chocolates, no pan, no papas, no vos, poco alcohol. Los hábitos saludables, las máximas, y la perseverancia, aliados mercenarios.
Anestesia vana. (No pierdas el alerta, que te brillan los ojos y se te nota...)
Quedaremos en un archivo de pendientes, confiando en otras vidas, en el destino, en el orden cósmico o divino, otros tantos condescendientes argumentos; esperando ansiosos que alguien se saltee los permisos un día, y se los tome todos.
Así, sin permisos.
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